Se eleva la humareda de mis pensamientos
y poco a poco se empieza a esfumar
aquella bruma que sombreaba mis locuras
trastornando mis días sin amar.
Un paréntesis hago del olvido
y apetezco
una taza de café ,
frente al balcón
contemplando al horizonte bebo,
disfrutando cada gota a placer
Y me embriaga sutilmente el olfato,
sin querer me transporta al ayer
mis manos sostienen nuestras vidas
tuya y mía quedandose dentro de mi taza
de la que siempre deseabamos tomar.
Es inútil evadir nuestros andanzas,
cuando el alma no se ha cansado de amar
y la piel absorbe cada pizca de los granos de café.
No,no podre olvidarte nunca,
ni las charlas,ni los besos, ni la piel
ni tu rostro varonil tan semejante,
a las tardes donde, tu y yo, solíamos beber.
Maria Gricelda
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